HOMBRES Y MUJERES DESTACABLES: TEÓN E HIPATIA DE ALEJANDRÍA


En este mes de mayo hemos destacado a una pareja en nuestro blog: Teón e Hipatia de Alejandría. Y es nuestra intención que cada mes hagamos este interesante ejercicio. Teón (o Theón), matemático, astrónomo y astrólogo alejandrino del siglo IV d.C. (335- c. 405 d.C.), fue uno de los grandes profesores de la Antigüedad y, probablemente, el último director del Museo de su ciudad, una de las principales instituciones científicas del Mediterráneo durante el reinado del emperador Teodosio. Buscador de la verdad, fue un estudioso de la Geometría, la magia y los saberes herméticos. Fue un gran sabio, cuyos comentarios a las obras del Almagesto de Ptolomeo, de Arquímedes y de Herón fueron famosos. Se le considera igualmente responsable de la refundición de la Teoría de los Elementos y de la Óptica de Euclides. Pero, sin duda, su gran obra fue su hija Hipatia, de la que fue su primer y principal maestro.

Hipatia, que significa "la más grande", fue considerada ya en su tiempo una mujer atípica y excepcional. Culta, inteligente, hábil con la palabra, independiente, prudente y de gran belleza, fue sin duda la mayor científica de la Antigüedad clásica; una mujer a la altura de cualquier hombre de ciencia de su tiempo, en una sociedad y un campo de trabajo generalmente hostiles a lo femenino. Nació hacia el 370 d.C. en el Egipto romano. Como discípula de su padre -con quien fue coautora de diferentes trabajos-, sobresalió como matemática (a ella debemos el conocimiento de la obra de Diofanto, el padre del álgebra), y astrónoma (fue una hábil constructora de instrumentos astronómicos). Además, como seguidora de la escuela neoplatónica, fue una firme defensora de la Razón frente a la superstición. A ella se debe la frase: "resérvate el derecho de pensar, porque incluso el pensar equivocadamente es mejor que no pensar en absoluto". Como creadora de una escuela de matemáticos y astrónomos, así como por ser mujer de gran influencia sobre la clase intelectual alejandrina de su época, suscitó el odio del oblispo Cirilo pues, además, era pagana y una gran conocedora de diferentes religiones. Por si esto fuera poco, Hipatia apoyó a Orestes, prefecto romano de la ciudad, frente a las pretensiones de Cirilo de controlar la vida de la urbe. Fue acusada de brujería y satanismo por Cirilo, quien promovió finalmente que una turba enfebrecida la secuestrase, lapidase e incinerase hacia el 415 d.C. El fanatismo se imponía una vez más a la razón y la tolerancia. Hipatia es considerada hoy un símbolo de la libertad de pensamiento, del presominio de la razón frente a la ignorancia y la superstición, así como de la emancipación de la mujer.